martes, agosto 28, 2007

Tarde de sábado

17 de Julio de 2005


Tarde de sábado, 40 grados en la calle y yo me siento viva.

Una raja de sandia me sonríe desde un plato;
Por la ventana veo a las alondras exhaustas buscando un lugar donde darse un chapuzón.
En la habitación de al lado el hombre al que amo sueña con su tierra; el sol en su travesura, se cuela por la persiana y le tatúa la espalda con improvisados tribales.
Oigo el tintineo de la brisa jugando con lunas y soles que cuelgan del balcón.
Celta chapotea en su bebedero.
Las campanas de la iglesia, arrastran su pesadez y avisan a las abuelillas que hay misa de ocho.

Cuánta belleza.
La vida en ocasiones me ha dado la mano para que me asome al precipicio; alguna vez me sentí caer, pero ella nunca me soltó.
No sirve de nada descubrir todas esas cosas para no madurar con ellas.

No es fantasía ni fabulosa imaginación el describir una raja de sandía como una enorme sonrisa en un plato; Yo le llamo descubrir, entre todo aquello que a lo largo de la semana me desdibuja la sonrisa, la belleza de las pequeñas cosas, pinceladas que compensan el impacto diario del noticiero o de la vida misma.

2 comentarios:

Gastón Martorelli dijo...

solamente dos palabras...
muy lindo...

para qué más?

Abrazo fuerte desde Argentina...

Gastón

PD: pasate por mi blog
cuarto-menguante.blogspot.com

En El Corazón del Bosque dijo...

Gracias por lerme, y desde la patria de mi amor!
Te haré un visita en tu blog.
un beso