domingo, septiembre 02, 2007

Colgada de tu melena

Voy colgada de tu pelo desde el día que te conocí, y si me suelto sé que caeré al vacío para vagar sin rumbo.
Todavía no sé a cuento de qué - si es que acaso me lo merecía - apareciste sin más preámbulos que tus besos y caricias, y ahí te has quedado.
Y no parece que te quieras mover. Ni que vayas a parar de besarme, cuidarme, acariciarme... y por si todo esto pudiera parecerme poco, planeas hacer realidad mis sueños, como si tuvieras el libro de instrucciones de mi felicidad escondido. Yo no puedo soltarme de tu melena. Huele siempre a limpia, como todo tú.
Y todos tus planes suenan a verdad, no a “chamullo”, como me acostumbré a escuchar antes de tus besos.
Y tus ojos me miran tan fijos, tan de frente, que aún hoy me sonrojas, y tu boca fresca duerme a milímetros escasos de la mía, y lejos de molestarme, es una necesidad.
Y tu espalda tan grande, me quita el frío y el miedo que desde niña acechaba desde el armario abierto de mi cuarto. Claro que me quedo a tu lado. Para siempre. Dejé de ser vagabunda el día que te encontré. Olvidé los trastos viejos del contenedor de la basura, dejé de ensuciar mis manos y empecé a quererme, por quererte a ti. Eres mi hogar y me dan ganas de reír y brincar como una cabra en el monte, por estar tan segura de ello.
Y te doy infinitamente las gracias, por venir desde tan lejos, por mirarme a mí aquella noche y no a otra, por quererme, por quedarte. Por no cortar tu melena y dejarme caer.

Vértigo


25 de Agosto de 2005

No puedo evitar sentir vértigo ante tu cambio de vida. Yo que te conocí saltando entre la niebla londinense, idealizando el amor como nadie... lo encontrabas prendido en la melena de un madrileño borracho, en el rancho de un lejano yankie, en la chaquetilla de un camarero griego...

Todos en la más absoluta ignorancia te hacían llegar a lo más alto, casi rozar tus sueños con la yema de los dedos. Y yo, que te conozco como si fuera tú, lo veía en las mariposas de tus ojos, cosido en tu chaqueta nueva, en tus pasitos de gheisa hacia el metro de White Chappel. Y cuando el sueño se volvía pesadilla, despertabas como nadie, y volvías a empezar. Una de “cine de rebajas”, una de Sabina, y tu alma volvía a cicatrizar. Misteriosa la fuente de tu fortaleza, creadora de sí misma, como toda tú. Reciclaba tu esencia y te volvía a lanzar a la calle con un nuevo peinado.

Y ahora todo sucede tan rápido... La falta de tiempo para compartir me hace perderme entre la niebla y dar un salto en el tiempo. Subiste a aquel taxi negro con tu vida en la maleta dispuesta a bailar danzas griegas, a olvidar tu lengua, a destrozarte el corazón entre el Mediterráneo y el Egeo... y después te ví plantada en la Castellana hablándome de tu continente olvidado, de esa América colorida y salvaje que nunca pretendiste y que ahora te lleva al Altar.

Todo sucede tan deprisa, este tren va tan rápido que me atrevo a sentir el miedo que tú no tienes tiempo de sentir. Quiero que seas feliz, tienes que serlo. Tienes un master en desengaños y con semejante currículum es imposible que no consigas el amor de tu vida. Solamente, que al igual que Ismael Serrano, siento vértigo. Sé que “ahora es el momento de cumplir las promesas que nos hicimos”, que ya nadie nos saluda en los bares del Soho londinense... que nuestro Londres duerme en blanco y negro...

Y mi niña: Las dos sabemos, que “Desayuno con Diamantes” ...tiene un final feliz.