jueves, julio 17, 2008

Un día de perros

09.00 A.M.
- ¿Por qué no te portas bien? Luego piensan que he sido yo y me llevo la bronca.
- Es que me aburro. ¿Cuándo vendrán?
-
Ya queda menos. Échate un sueñito y cuando te quieras dar cuenta estará el coche en la puerta.


10.30 A.M.

- No puedo dormir… ¿Estás dormido?
-
Si
- Voy a dar una vuelta… ¿Te vienes?
-
No

11.00 P.M.
- ¡Mira, ven!. Creo que he visto una ardilla en el olmo, de las que te gustan. Seguro que entre los dos podemos cogerla…
-
Como sea mentira te vas a enterar.
- Es verdad, te lo prometo. Esta ahí, en esa rama de la derecha…

13.00 P.M.

- Te he dicho que no rompas cosas, que luego me llevo yo la bronca. ¿De dónde has sacado ese calcetín?
- Del cesto de la ropa. Lo pillé ésta mañana sin que me vieran.

- Eres tonta. ¿No ves que luego te regañan y tú te pones triste?
- Me aburro.
-
Ya queda menos.


15.00 P.M.

- ¡Escucha! Hay alguien en la puerta… ¡Vamos corre!
- Es gente paseando por la calle.
- ¡Y qué más da, vamos a darles un susto!
-
Paso.


16.00 P.M.

- Te echo una carrera.
-
Te gano.
- A que no.
-
Te dejo ventaja, corre.
- ¡Allá voy!



17.30 P.M.

- ¿Nunca tienes miedo de que no vuelvan?
- Ahora ya no. Sé que ellos siempre vuelven.

- Pero. ¿Y si un día no vuelven?.
-
Te digo que eso nunca pasará. ¿No ves cómo nos quieren?
- Es verdad. No tienen nada que ver con los anteriores amos.

-
¿Tú te acuerdas?
- Ya casi se me ha olvidado. ¿Y tú?
-
Ya no. Aunque lo debí pasar fatal porque les he oído decir que cuando vine estaba en los huesos y muerto de miedo.
- Yo soy feliz.
- Y yo.

jueves, julio 10, 2008

Isla Desconcierto


Hoy hace once meses que me fui de casa. Me levanté de la cama una mañana y decidí que ese era el último día de aquella existencia de pocas esperanzas.

Así que sin más me compré un billete de ida a un lugar llamando Nueva Esperanza del Norte, que encontré dando vueltas a un globo terráqueo y posando el dedo al tuntún. N.E. estaba en una isla norteña llamada Isla Desconcierto. No la había oído nombrar en mi vida, así que buscando en “Wikipedia” me enteré de que era un lugar inhóspito y desangelado al tiempo que desconcertante.

“Isla Desconcierto fue descubierta casualmente en el siglo XIX por el novelista salseño Antolin Penafina, que tras dos meses a la deriva por el Mar Balsámico arribó a sus costas un 11 de Marzo de 1811. Antolín pronto descubrió que tras el aspecto lúgubre de su nueva tierra tan distinta a su Salsa natal, se escondían infinidad de recursos y oportunidades. Durante veinte años de trabajo duro consiguió crear un primer asentamiento que poco a poco se fue poblando con personas de diferentes lugares, atraídas por la leyenda del aventurero salseño. Fundó la Organización hoy conocida como Penafina Sociedad Infinita de ayuda a las “Personas Sin Esperanza”, hoy presidida por su tataranieto Felicísimo Penafina, ilustre escritor y presidente de la Real Academia de la Lengua Desconcertense. Llaman la atención su extraño clima, así como su lengua y sus gentes desconcertantes”.

Llegué a N.E. un 11 de Marzo exageradamente ventoso. Nada más bajar del avión un azafato pelirrojo me regaló una bolsa con el logotipo de Penafina S.I. y me entregó una nota que decía así: “Bienvenido a Nueva Esperanza del Norte. Esperamos que venga lleno de ilusiones y que todas ellas se vayan cumpliendo. Con todo mi afecto. F. Penafina.”

Una vez acomodada en el tren abrí mi bolsa e hice inventario del contenido:

- Un periódico con varias ofertas de empleo y alojamiento rodeadas por un círculo rojo
- Unas gafas de broma con nariz y bigote incorporado.
- Una novela titulada “El triunfo de los auténticos”, de A.P.
- Un paquete de gomas para el pelo.
- Unos zapatos Clarks.
- Una Pepsi-Max y un paquete de Palitos PeP (que tragué en aquel momento sin pensármelo dos veces).

El tren llegó a la Estación Central de Nueva Esperanza a las once y once minutos, tras media hora de trote por una estepa verde azulada. Me encontré en una moderna estación llena de tiendas, puestos y gentes de diferentes razas e indumentarias que me sorprendieron gratamente. Lo primero que pensé fue que los de "Wikipedia" no tenían ni idea de lo que allí se cocía. Gracias al periódico que llevaba encontré casa y trabajo ese mismo día.

Tras once meses en N.E. debo decir que mi experiencia es más que positiva, y que deberá ocurrir algo muy grave para hacerme volver a casa.

Mis zapatos Clarks me han ayudado a superar tanto mi ir y venir por el restaurante en el que trabajo, como mis caminatas por ésta ciudad llena de sorpresas. Mi primera semana de trabajo me pelé ambos talones, y fue tal el dolor que tuve que dormir varias noches boca abajo y con los pies por fuera de la cama. Me explicaron que el clima de Isla Desconcierto afecta a los pies. Fue entonces que me acordé de mis Clarks y nunca más he vuelto a tener heridas.

La ciudad tiene un clima raro. Tan pronto amanece soleado como nublado, unos días hace calor y otros un frío que pela. Lo más asombroso de todo es que justo antes de producirse algún acontecimiento se desata un viento infernal al que llaman “esdrújulo” que azota a toda la ciudad, limpiando calles y revolviendo las melenas como si fueran tornados sobre nuestras cabezas. Por eso siempre llevo mis gomas para el pelo, nunca sabes cuándo las vas a necesitar.

Todos los días tomo el autobús de dos plantas que me deja en el trabajo. Me gusta sentarme en el piso alto y observar a las gentes. Al mismo tiempo leo “El triunfo de los Auténticos”, la obra escrita por el fundador, que no es ni más ni menos que la Historia y Costumbres de Nueva Esperanza. Levanto la vista y pongo cara a cada uno de los personajes que aparecen en el libro, y voy entendiendo cada día un poco más de éste lugar y de lo auténticos que son sus habitantes.

El otro día visité el Museo de la Ciudad y me sentí completamente identificada con la Filosofía de vida que impulsó el viejo Antolín. Se habla el “espikintodo”, una mezcla de todos los idiomas que han ido llegando a la isla. El resultado es una lengua singular en la que se utilizan tanto palabras como gestos. Tienen tal empeño en entender y hacerse entender que todos enriquecen su idioma a diario. Llama la atención la cantidad de palabras esdrújulas que utilizan de las lenguas romances y el uso de palabras eslavas y sajonas sobre todo para hablar del tiempo.

En cuanto a las diferentes razas que habitan, todas son ensalzadas como ejemplos de belleza y se celebra con especial alegría la unión de dos personas de diferente origen. Sus hijos son cosiderados seres humanos
extraordinarios, con una herencia genética más rica y más sabia. Las religiones se han ido difuminando de manera natural. Prolifera en éste momento un sentimiento común de gratitud con el Entorno Natural que se considera el dador de todo lo que tenemos.

Aunque hay un sistema monetario como el del resto del mundo (acuñan el
Solete), reina en toda la Isla un espíritu generoso. No anhelan atesorar y enriquecerse, sino solamente tener lo justo para vivir. Además se preocupan constantemente de que no le falte nada al vecino.

Como la gente está liberada de prejuicios nadie mira a nadie. Te puedes sentar en el metro o en el autobús y no tener miles de ojos observándote. Puedes ir por la calle cantando, bailando o vestido de otros tiempos, que nadie vuelve la cabeza. Creo que para eso tengo las gafas con nariz y bigote, para terminar de desinhibirme del todo y olvidar mis antiguos prejuicios. Cualquier día las estrenaré.

Hoy me pasaré por la ONN (
Oficina del Nuevo Nombre) para dejar de ser Laura Rubicunda. He pensado ponerme Laura Vivealdía, ya que denota mi estado actual de dicha y me han explicado que te lo puedes cambiar tantas veces como quieras.

Espero impaciente la visita de mi amiga María Pocafé. Me cuenta en su última carta que su vida le parece un barco a la deriva sin esperanza de llegar a ningún puerto.

lunes, julio 07, 2008

El Lago de los deseos


Sofía tenía el corazón roto. Esa relación por la que tanto había apostado hacía aguas desde hacía demasiado tiempo y ya ni siquiera era capaz de recordar en qué momento de su vida había mandado a su dignidad a paseo y había dejado que se instalara aquel ir y venir de tortura y desamor.

Blanca había pasado por algo parecido, por eso sabía cómo aconsejarla y estaba empeñada en ayudar a su amiga a salir de aquel bache. Habían quedado en pasar el día juntas y Blanca le había propuesto “deshacerse” de su verdugo de un modo espiritual, mediante un "ritual de alejamiento".

- Tráete una foto de él. Vamos a mandarlo bien lejos de tu vida para que no te pueda atormentar nunca más.

Hacía un par de meses que no se veían por culpa del trabajo y las obligaciones. Se abrazaron y se hicieron fiestas durante un buen rato antes de ponerse en faena.

- He pensado que podemos ir a pasar el día a Valmayor. El campo está precioso y creo que es un buen lugar para conectar con tu “yo interno”. Podemos comer allí y de paso tomamos un poco el sol.

Se instalaron en una zona arenosa, una playita de agua dulce con las montañas coronadas de nieve enmarcando el contorno del lago.

En seguida se pusieron en situación. Sofía tumbada boca arriba dejó que su amiga equilibrara sus chakras. Sintió cosquilleo desde la coronilla hasta la punta de los pies quedando completamente relajada. Cuando hubo acabado Blanca sacó un cuaderno y un boli y se lo tendió a Sofía con una sonrisa.

- Me siento muy inspirada. Creo que esto va a funcionar. Voy escribirle una carta de despedida y a desearle lo mejor. Incluso creo que le voy a dar las gracias por lo que he aprendido a su lado.

- Esa es la actitud. Así vas a superarlo antes de lo previsto. Tampoco te enrolles, sé concreta y según vayas escribiendo toma conciencia de cada palabra. Pronuncia cada frase mentalmente para que tome fuerza.

Sofía se sentó un rato a solas. Buscó inspiración en las suaves formas del espejo azul del agua. Estuvo un buen rato escribiendo mientras su amiga, tumbada en la arena se perdía entre borreguitos blancos que trotaban por el cielo.

-
Ya estoy lista. ¿Qué hago ahora?

- Lo que te salga de adentro. Creo que va a funcionar mejor si te dejas llevar y lo haces todo con el corazón.

Sofía sacó una foto de 18 x 24 en la que Carlo parecía un actor de cine. Era un retrato de estudio que reflejaba a un guaperas de mirada tierna y una medio-sonrisa cautivadora. Se quedaron las dos embobadas mirándolo un buen rato.

En el reverso de la foto una letra cuidada rezaba:

Per la più bella ragazza del mondo del suo Principe Azzurro

Carlo

P.D. Spero ansiosi di ricevere la tua lettera.

Carlo Marini
Via Avidio Cassio 6. Roma 00175 Italia

Blanca le arrebató la foto a su amiga para evitar que ésta agarrara el móvil y marcara el prefijo de Italia.

-
Muy bonito. Espero que se de cuenta de la mujer que ha perdido.

Sofía respiró hondo y decidida caminó hasta la orilla. Abrió la carta y con voz firme recitó su propósito de empezar una nueva vida, lejos de aquel galán que no era capaz de jugársela por ella. Lanzó sus palabras con energía a lo más alto. Dos mariposas cruzaron ante ella y se alejaron arrastrando sus palabras, haciendo espirales y cabriolas hasta perderse en el horizonte. Después envolvió una piedra con el papel y lanzó el paquete lo más lejos que pudo lago adentro.

Entonces miró a Carlo a los ojos y diciéndole adiós posó la foto en el agua y de un empujoncito la puso a navegar hacia el centro del pantano. La vieron alejarse azuzada por la brisa en ondas cada vez más amplias hasta convertirse en un reflejo más.

Después de unos minutos mirando al infinito una nueva Sofía esbozaba una sonrisa limpia y más segura.

-
¿Me cortas el pelo?

A un kilómetro de allí Esther se disponía a inmortalizar en su cuaderno las montañas que tenía frente a sí. A pesar del día soleado sus ojos reflejaban nubes de tormenta. Estuvo un rato haciendo trazos en el papel, hasta que de pronto arrancó la hoja y la convirtió en proyectil que arrojó con rabia a las azules aguas del pantano. Su bretón salió disparado y saltando de roca en roca llegó hasta la orilla donde el papel iba y venía sin decidirse a zarpar. Trepó de nuevo hasta su ama y dejó el papel a sus pies, moviendo el rabo esperando que lo tirara de nuevo. Ella se abrazó a su perro y empezó a llorar, a lo que su amigo respondió con un sin fin de lametones dejando sus mejillas secas en un momento.

-
Dime la verdad, eres un Príncipe Encantado. ¿Dónde tengo que besarte para que desaparezca el hechizo?

Lennon la miraba como si entendiera, con sus ojos miel reflejando a su ama en el centro del paisaje. Posó la pata en su hombro en un intento de abrazarla y ella le besó la cabeza esperando que apareciese su Príncipe.

- Mira que soy boba. Los Príncipes Encantados no existen.

Lennon ladeó la cabeza inquisitivo.

- No te enfades, tú siempre serás mi príncipe, el mejor que se puede tener.

Esther cerró lo ojos y respiró hondo tratando de buscar la calma. No podía seguir así. Su último fracaso sentimental había hecho de ella un ser huraño que se refugiaba en sus cuadernos y que no anhelaba más compañía que la de Lennon. No le gustaba el reflejo de sí misma, siempre triste, amargada.

Entonces tomó el lápiz y empezó a plasmar sus deseos en el papel, en versos desiguales y danzarines, al principio lentos, meditados, después rápidos y espontáneos, directos desde el corazón. Describió a su Príncipe con pelos y señales plasmando en cada letra los deseos más profundos. Una vez terminado lo leyó sorprendida y no pudo más que sonreír divertida ante aquel arranque de espontaneidad.

Llevada por la emoción recitó los versos al lago y las montañas. Después hizo un avión con el papel que lanzó con fuerza y tras trazar piruetas en el aire, fue planeando hasta posarse a varios metros de la orilla. Poco a poco la brisa lo fue arastrando hasta que sólo fue un puntito más en el agua.

Ahora se sentía mejor. Había sacado a la niña que llevaba dentro y había hecho algo hermoso. Se sentó de nuevo en la piedra y dejó que el sol hiciera cosquillas en su cara mientras observaba el paisaje con otros ojos.

La sacó del sopor el ladrido insistente de Lennon. Venía de abajo, junto al agua; se asomó desde lo alto y le vió ladrando a algo que se aproximaba lentamente.

- Lennon ven, sólo es un papel.

Pero el perro seguía ladrando. Lo vió saltar de roca en roca hasta llegar a la altura del objeto y con mucha habilidad lo recogió del agua y dió marcha atrás sin perder el equilibrio. Después escaló la roca y colocó con cuidado junto a su ama una fotografía tamaño cuartilla.

Esther se quedó sin habla. Allí estaba plasmada la imagen del hombre que había soñado. Sus ojos dulces, su sonrisa sincera le decían en otro idioma que esperaba ansioso una carta suya.

Y sin dudarlo un instante tomó su cuaderno y empezó a escribir.

miércoles, julio 02, 2008

Palitos PeP


Argentina es hermosa. Es bella por dentro y por fuera. Tiene la cara linda y la sonrisa perpetua. Y esa mirada llorosa que te cala bien adentro.

Pero más allá de conquistarme los sentidos y el corazón, que lo hizo la muy chula, atacó directamente a mi debilidad por los vicios tontos, como si me conociera de toda la vida.

Hasta entonces para mí la palabra kiosco traía a mi mente la prensa diaria, revistas, coleccionables, paquetes de chicles y a veces caramelos Vita C y bolsitas de Ruffles.

En Argentina descubrí un nuevo concepto: El “Maxi-kiosco”.

Es un lugar de ensueño repleto de “galletitas”, chocolates, caramelos y cualquier cosa que te pueda parecer deliciosa. Es un oasis que encuentras en cualquier barrio, ciudad, cada dos cuadras… abierto cuando lo necesitas, y siempre oportuno para las reuniones improvisadas tan normales entre argentinos. En alguno de sus anaqueles rodeados de chucherías encontrarás los Palitos PeP.

Nunca he sido golosa, pero sí he sucumbido ante vicios simplones que por alguna razón que desconozco me hacen perder los papeles. Muy de tarde en tarde descubro alguna fruslería y entonces me hago fan-consumidora hasta conseguir que la marca comercial no quiebre (galletas de jengibre y zumo de arándanos en Inglaterra, mortadela de pavo de Mercadona, Pepsi-Max,…).

Y fue al poco de aterrizar en Ezeiza que ésta "gallega" fue agasajada en una velada única, con su parrillada y con todo lo imaginable. Aplacando mi sonrojo en una Quilmes (qué belleza) descubrí tras la botella unos salados, crujientes y deliciosos palitos. Nada más ponerlos en mi boca me supe perdida.

A partir de ese día, mis andanzas fueron acompañadas por mis nuevos amigos y como suele sucederme con mis vicios, llegué a protagonizar algún episodio en el que rocé la ridiculez: Como en el avión de Misiones a Buenos Aires, en el que ahogué mis lágrimas por el robo de mi bolsa de regalos, tragando palitos PeP. (Hice alguna estupidez más que no me atrevo a contar, quizás en un futuro airee mis rubores).

Palitos PeP, os echo de menos. Me acuerdo de vosotros en cada fiesta y en esas tardes de sofá y película. Qué buena compañía. Os convertisteis en el sabor de mi Argentina, por eso, lo menos que debo hacer es promocionaros.

Querido "Gallego":

Si viajas a la hermosa Argentina, no dejes de visitar el Barrio de la Boca en Buenos Aires y escuchar el eco de sus Conventillos, y de paso recordar que un día fuimos recogidos de nuestras pateras en su Puerto.

Pasea por Corrientes y come una pizza en Las Cuartetas. Si afinas la vista podrás ver en un rincón a aquel republicano que dejó en su aldea de León a una madre anciana y un hermano cura.

Toma un “remis” y déjate seducir por la charla del “remisero”. Te hablará como si fuérais viejos amigos del cambio climático, de la Kirsner o de su abuelo que emigró de un pueblo de Vizcaya.

No te quedes sólo con la imagen hermosa de sus avenidas imponentes, de su Obelisco, sus calles de arboledas y parques de ombúes. Siente en cada calle, en cada plaza, el latido de nuestros viejos que llegaron sin ropas ni corazón y se hicieron de nuevo.

Y por favor, no te vayas sin probar los palitos PeP. Y si es con una Quilmes mejor.