miércoles, julio 29, 2009

Diego

Cuántas noches preguntando a las estrellas.
A la luna llena.
Al crepitar del fuego.
Al vuelo de las aves.
Al futuro, por tí.

Cuantas salidas nocturnas.
Travesuras.
Páginas en la factura del teléfono.
Atracones solitarios.
Mentiras y cortes de pelo.
Cuántos libros devorados hasta el amanecer.
Y cuántas manos sucias directas al pan.

Miles, millones, trillones de horas, días, años.
De velas consumidas.
De kilómetros y millas aéreas.
De cervezas con Doritos.
Compras compulsivas.
Caminatas nocturnas por el centro de Madrid.
Lágrimas de San Lorenzo borrosas por las mías propias.

Todas y cada una de esas horas.
Cada día, cada año.
Cada tropiezo, cada golpe.
Cada kilo de más y de menos.
Cada mesa de oficina agujereada por mis dioptrías.
Cada cajón repletos de fotos con miradas huecas.
Cada línea escrita a seres sin orejas.

Todas y cada una de esas horas las viviría de nuevo si tuviera la certeza de que al final del camino me esperas tú.