jueves, marzo 27, 2008

Cuando uno no puede con la vida

Quería escribir algo alegre para equilibrar esta lluvia de barro que me nubla la vista.

Aferrarme a la belleza de las cosas simples, de aquellas que tras el chaparrón te devuelven a la vida. Hablar de la primavera, del olor de la tierra húmeda, los peces, las aves, los niños.

Borrar de mi mente la imagen de un hombre, que por salir de su tierra y trabajar como un mulo está siendo humillado, apaleado, filmado y exhibido.

Quería jugar con mis perros para alejar la mirada de una foca que no sabe que le arrancarán la piel.

Contar estrellas. Hablar de libros hasta la madrugada, y no del cascote de hielo que navega hacia el primer mundo.

Y ahora hay una sola imagen en mi mente. La mirada azul de María, sus vestiditos de flores y su aire sevillano. Palabras sobre su infancia en un pueblo inmaculado, con su abuela de abanico y gazpacho refrescando la alcoba en verano.

En la comida casi todas hablábamos del trabajo. Ella, más entrañable, se abría de a poquito contando con gracejo anécdotas, sin saber que calaba hondo. En la cena de Navidad le tocó improvisar una copla, y ella, aplacando la timidez a sorbos de sangría, entonó un “Ayyyyy Campanero”, que nos hizo reír toda la noche.

Tenía treinta y siete años y algo tan doloroso en su interior como para quitarse la vida. Nos ha dejado mudas, con la sangre helada y sensación de caída libre hacia un futuro que no está escrito.

Me pregunto dónde estará ahora. Si camina perdida en la oscuridad asustada, atormentada igual que en sus últimos minutos de vida.

Quiero ayudarla. Tomarla de la mano y conducirla hasta su abuela, hasta sus calles encaladas con olor a jazmín. Arroparla en una cama limpia, con sábanas blanqueadas al sol; Velarla hasta que se duerma, hasta que la vida se haga su amiga y le regale un verso o una "Soleá" de las que erizan la piel y quitan el "sentío". Dejarla dormir horas, días, para que su alma descansada pueda con todo.

Perdón por la tristeza.

Mañana prometo escribir algo hermoso. Cuando acabe el noticiero lavaré mis ojos y mis manos y soltaré riendas sobre un papel pintando nubes y soñando estrellas.

Esta noche sólo puedo velar por una chica sencilla que no pudo con la vida.

6 comentarios:

Marga dijo...

Mi hermano escribió ante el suicidio de un amigo nuestro a la edad de 18 años, "siento como si todos fueramos corriendo Sebastián se ha caído al suelo, y ninguno de nosotros puee detenerse a ayudarlo o a ponerlo de pie", cuando nos pasan estas cosas nos cuesta seguir respirando, viviendo, no puedo decirte que se olvida, porque después de 5 años yono he podido sólo he aprendido a llevar mi pena y el recuerdo de Seba en mi corazón.
Un abrazo

Paseando por tu nube dijo...

Dicen que hay que ser cobarde para quitarse asi de enmedio, yo a veces pensandolo, creo que hay que ser muy desgraciado, sentir una pena tan pesada que no te deja seguir andando, y hay que tener mucho valor para dar ese dificil paso.
Es demasiado complicado y estar dentro de los sentimientos de cada persona, para entender el porqué de sus acciones.
Yo solo puedo sentir pena y tristeza por la perdida de ese ser humano.
Un beso cielo

Lunazul dijo...

Cuando alguien de tu entorno decide tomar una decisión tan drástica como la de acabar con su vida o al menos intentarlo, su alrededor siente una impotencia demasiado pesada, un "qué hicimos mal para no darnos cuenta a tiempo", una agonía ante el planteamiento de ser mal compañero y amigo. Pero estas cosas suceden cada día, cariño. No es un consuelo, ya sé que no, pero hay cosas que son inevitables, y no creo que nadie tenga la culpa. Imagino que tu amiga no se veía capaz de soportar el peso de su vida, y se rindió, sin más.

Una vez escribí sobre ello, dejé un texto en el libro de Isma para una amiga que intentó suicidarse, y no sé por qué, pero conseguí convencerla de que no era el camino. Si te soy sincera, tuve que atacarla y apelar a su egoísmo, a que no pensaba en el daño que dejaría en su entorno, que no podría perdonarle que se rindiera. Pero la primera egoísta fui yo, lo sé.

Es muy difícil llegar al fondo de una persona y reconocer las razones para no querer seguir viviendo... A veces no surten efecto las llamadas de atención.

Me apena que no corran buenos tiempos, pero sigo pensando que son rachas, que tenemos que pasar por tragos amargos para poder saborear los dulces. Que algo vendrá para devolverte la sonrisa. Confío en ello, y te deseo lo mejor :)

Un abrazo muy grande, Sigrid.

pennylanebcn dijo...

Yo también velo por ella...no tengo palabras...demasiado triste.


Regina

eva lluvia dijo...

tus palabras siempre llegan al alma...cuánto dolor humano hay detrás de un acto así...

JOSÉ TADEO TÁPANES ZERQUERA dijo...

Hola Sigrid:
Como buen Escorpio, alguna vez pensé en la opción del suicidio, sólo que terminé encontrando otras salidas.
Ciertamente es muy triste ese tipo de final. He visto a espíritus darles fuertes reprimendas a personas vivas porque les han visto las intenciones de quitarse la vida. Los muertos siempre dicen:
"Eso del suicidio sí que no lo perdona el Padre Celestial".
Cuando se muere por suicidio, sucede que te apareces en el "hotel de los muertos" y no tienen habitaciones para ti. Vas de cabeza al infierno y allí te hacen un hueco, y cuando llega el año en que de veras te tocaba morir, entonces te dan tu habitación. Es muy duro vivir en la calle en el mundo de los muertos, sobre todo cuando, de haber seguido vivo, hubieras estado mucho mejor que muerto, y lo peor es que te quitas la vida, y luego te das cuenta de que la muerte es una ilusión y que tus problemas siguen, ahora agravados, porque suicidarse es como dejar en blanco un examen. Siempre será mejor responder algo, aunque no tengamos ni repuñetera idea de las respuestas. Te dejo un soneto que escribi a una suicida.
Besitos:
Tadeo

LA VIMOS REGRESAR

De esa ciudad donde se esconde el viento
la vimos regresar adolorida,
con menos corazón, con menos vida,
de nuevo a su olvidado apartamento.

Por la mancha de sangre, el pavimento
la recordaba intacta, y de la herida
manaba aquella historia resumida
en un salto mortal sin argumento.

Hay quien vuela por el placer desnudo
de encontrar la estatura y las razones
que desconozco y por no errar, eludo.

Supongo que cerrados los balcones,
podrá reconocer que nunca pudo
saltando, asesinar sus frustraciones.

TADEO